“¡Viva San Marcos!”
Eso se ha oído al final de la misa que ha acabado entre aplausos. En ella Carlos ha hablado de la fraternidad de los primeros cristianos y de la importancia de seguir con las tradiciones, aunque algunas nos recuerden dolorosamente a las personas que ya no están.
Supongo que la fraternidad se demuestra cuando hay trevianeses que bajan a la ermita con neveras llenas de bocadillos de tortilla para que nadie se quede sin almorzar e invitan a todo el que está a un radio de 20 metros de la mesa, o que acaben todos los grupos en la mesa más grande charlando e invitando a chupitos de aceite de oliva que huelen sospechosamente a hierbas.
También puede que fraternidad sea que hayan sobrado manos para mover mesas y bancos del ábside de la ermita que amenaza derrumbe a otra zona de la ermita, aunque la Consejería, la Diócesis y el Ayuntamiento ya han pactado la reparación y consolidación. Incluso se puede considerar fraternidad que haya bajado algún coche vacío y haya subido lleno para ahorrar la costosa subida o que se hayan puesto y quitado las sillas en un periquete con la ayuda de todos.
Carlos, quédate tranquilo que hoy Treviana ha cumplido la homilía.